Las escuelas

– ¡¿Qué están haciendo?! – gritó María del Carmen que llegaba a la parada en medio de la pelea.

– Él empezó maestra, siempre me jode, me dice que me gusta Karen -, dijo Gastón mientras se acomodaba la moña.

– ¡Mentira! Él me dice que soy una nena porque tengo pelo largo -, replicó Federico que respiraba agitado.

– No chicos, no. No pueden pelearse, las diferencias siempre se resuelven hablando.. a vos Gastón, si te gusta o no te gusta alguien es un temita tuyo y no podés enojarte por lo que te digan los demás, si te enojas perdés, porque la persona que te molesta va tener más poder. ¿Viste, como en los dibujitos?, bueno vos le das más superpoderes si le prestas atención, tenés que ignorarla y así la debilitas. Y vos Fede, vos sabés que sos nene y ese pelo te queda precioso, tanto nenes como nenas pueden usar el pelo como quieran y punto, es igual, no les des superpoderes a los que te molestan.. chicos.. cuando sean más grandes, todo el tiempo se van a cruzar con gente que les va a decir cosas que no les gustan, van a tener que aprender a no perder sus poderes, a conservarlos para hacer el bien.. no se gana nunca nada peleando. 

María del Carmen estaba a dos cuadras de la escuela y seguía enseñando.

Los dos niños caminaron juntos rumbo a sus hogares, Gastón confesó que la que le gustaba era Jessica, la amiga de Karen y Federico que se había robado todas las tizas del armario. A Gastón lo esperaba la merienda con los dibujitos. A Federico lo interceptó su padre antes de que largara la mochila.

– ¿Qué te pasó en la túnica?

– Nada, me peleé con Gastón.

– Ah, pero decime que él quedó peor – hablaba por el costado del pucho.

– La maestra nos separó, nos dijo que no se gana nada peleando.

– La maestra no sabe nada-, se paró de la silla y señaló el televisor- sabés cuánto ganan estos monstruos que pelean hoy, ¿eh? Millones ganan.. no se gana nada.. Dale, andá a cambiarte que vamos a comprar las cosas, así cenamos viendo la pelea.

El padre de Federico estaba a diez cuadras de la escuela y también estaba enseñando.

Bio del autor

Mi nombre es Matías Duarte, aunque hace unos años uso un autoapodo que me ayuda a despistar a los cobradores: Colifa. Por esa cosa loca de querer hacer y no hacer nada, lo que me queda más cerca es un lápiz por eso a veces dibujo y otras tantas escribo. Leer y escribir, en ese orden. En mi desorden vital, sigo escuchando a mi vieja decirme «¿cuándo vas a escribir un libro?». Nunca le respondo, pero siempre pienso que ya tengo varias páginas.

1 comentario en “Las escuelas”

  1. Cuando escribes, siento esa magia de ser parte de la historis, la vivo, la siento. Me enseña como un espejo de mi propia vida, aunque tengo muchos años, a descubrir lo bueno y lo malo del ser humano y ya no hablo de niños….. rescato lo bueno, dejo de lado lo malo, gracias por compartir, sigue adelante!!!

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